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domingo, 10 de julio de 2011

SUICIDIO

Me daba cuenta que me fallaban las piernas,
que la tinta era sangre, la pluma, una daga,
y siguiendo por el sendero de la mirada,
el papel era el vientre.

Me daba cuenta que la mirada se bajaba,
los párpados me traicionaban,
y me dolía saber que aquella traición
era la mía propia.

El vientre se quejaba sangriento, con dolores,
mareos, pero ya no pensaba,
levanté la mano, pensé que aquello de lo que chorreaba era vino,
bebí, no, no era vino, era el amargo sabor del suicidio.

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